¿Qué son las ESS, OESS y cooperativas? Una alternativa al capitalismo
- Munco

- 28 ago
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Actualizado: 4 sept
¿Alguna vez has pensado que el trabajo no tiene por qué ser explotador, que las decisiones no tienen por qué tomarlas autoridades como jefes o gerentes, y que la riqueza generada no tiene por qué concentrarse en manos de unos cuantos Si tu respuesta es sí, entonces ya estás pensando en Economía Social y Solidaria (ESS).
Así como la democracia fue una alternativa a los imperios y monarquías, hoy las cooperativas, las Empresas de Economía Social y Solidaria (ESS) y las Organizaciones de Economía Social y Solidaria (OESS) podrían ser la alternativa al modelo capitalista, que ha convertido a las personas en recursos, al planeta en basurero y al trabajo en una cadena de precariedad.
Las empresas tradicionales operan a menudo bajo jerarquías arbitrarias. Estas jerarquías no siempre reflejan la experiencia o el conocimiento real que poseen las personas en sus respectivos roles. Este sistema de clasificación y poder crea desigualdad en todas sus formas.
En este artículo abordaremos de manera sencillo las formas de hacer economía social y descubrirás las raíces profundas que tiene en nuestra sociedad y por qué, más que una opción, son una necesidad.
Del calpulli al ejido: La economía comunitaria siempre ha existido
Antes de que llegaran las corporaciones con sus rascacielos y sus dividendos, las personas ya trabajábamos juntas. En los pueblos originarios de este territorio que hoy llamamos México, el trabajo no era individual. Era común, colectivo, circular. El calpulli en la tradición náhuatl, la coa en el mundo maya, o el sistema de tequio y faena en comunidades mixtecas y zapotecas eran formas de reproducción social basadas en el cuidado, la reciprocidad y la responsabilidad compartida.
En este contexto, el trabajo se realizaba en conjunto, promoviendo un sentido de pertenencia y comunidad. Las decisiones se tomaban de manera colectiva, y cada individuo contribuía al bienestar del grupo, asegurando así la supervivencia y el desarrollo de todos. Este enfoque colaborativo no solo optimizaba el uso de la tierra, sino que también fomentaba un profundo respeto por la naturaleza y sus ciclos. Implicaba la obligación de participar en proyectos comunitarios, como la construcción de caminos, templos o sistemas de riego, donde cada miembro aportaba su tiempo y esfuerzo en beneficio de la comunidad. Estos sistemas de trabajo colectivo no solo eran fundamentales para la supervivencia económica de las comunidades, sino que también eran pilares de un tejido social que valoraba la solidaridad y la cooperación por encima del individualismo.
Con llegada de los españoles, podríamos decir llegaron las bases ideológicas que hicieron posible el capitalismo. Los principios solidarios existentes atacados, marginados y criminalizados. Pero resistieron. En el siglo XX, tras la Independencia y Revolución Mexicana, nació una figura clave: el ejido. Un modelo de tierra colectiva donde las familias campesinas podían sembrar, producir y decidir en asamblea. No era perfecto, pero era una forma de autonomía frente al latifundio y la explotación agraria.
Según el INEGI (2023), aún existen más de 20 millones de hectáreas bajo régimen ejidal en México. Un patrimonio común que, a pesar de los embates neoliberales, sigue vivo.
La llegada de las corporaciones y la imposición de un modelo económico centrado en la competencia y el lucro ha transformado profundamente estas prácticas ancestrales, desdibujando el sentido de comunidad y el respeto por el trabajo colectivo que caracterizaba a nuestros antepasados. Sin embargo, la memoria de estas tradiciones sigue viva en muchas comunidades, donde se lucha por recuperar y revitalizar formas de organización que prioricen el bienestar colectivo por encima del beneficio personal.
¿Qué son las ESS, OESS y cooperativas?
Las Empresas de Economía Social y Solidaria son un modelo alternativo que desafía las nociones tradicionales de éxito empresarial. Al priorizar las necesidades humanas y el cuidado del planeta por encima de las ganancias, estas organizaciones no solo generan un impacto positivo en sus comunidades, sino que también promueven un cambio cultural hacia un enfoque más solidario y sostenible en la economía. Su existencia y crecimiento son fundamentales para avanzar hacia un futuro más equitativo y respetuoso con el medio ambiente, donde el bienestar de las personas y del planeta sea la verdadera medida del éxito. No buscan maximizar dividendos, sino satisfacer necesidades reales: alimentar, curar, habitar, educar, cuidar, etc.
Características clave:
Finalidad social y ecológica
Gestión democrática: una persona, un voto
Beneficios reinvertidos en la comunidad
Trabajo digno y sin explotación
Las Organizaciones de Economía Social y Solidaria (OESS) son un término más amplio. Incluye no solo empresas, sino también cooperativas, asociaciones civiles, redes de trueque, huertos comunitarios, ferias de intercambio, proyectos auto-gestionados. Son formas de economía que nacen desde abajo, sin esperar permisos ni subsidios.
Las cooperativas son un tipo especial de Economía Social y Solidaria (ESS), que se caracterizan por su estructura legal específica y por principios fundamentales que han sido claramente definidos por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI):
Adhesión voluntaria y abierta
Control democrático (todas votan)
Participación económica equitativa
Autonomía frente al Estado y el mercado
Educación y formación constante
Compromiso con la comunidad y el medio ambiente
Estas organizaciones se basan en la colaboración y la ayuda mutua entre sus miembros, quienes se agrupan con el objetivo de satisfacer necesidades económicas, sociales y culturales de manera conjunta. Las cooperativas desempeñan un papel fundamental en el desarrollo económico y social de las comunidades donde operan. Al fomentar la participación activa de sus miembros, las cooperativas no solo generan empleo, sino que también promueven la inclusión social y la equidad. A través de su modelo de negocio, estas organizaciones contribuyen a la creación de un entorno más justo y sostenible, donde los beneficios se distribuyen de manera más equitativa.
Además, las cooperativas suelen ser más resilientes frente a crisis económicas, ya que su enfoque en la comunidad y la colaboración les permite adaptarse a las necesidades cambiantes de sus miembros y del entorno. Esto se traduce en una mayor estabilidad económica y social, lo que beneficia no solo a los miembros de la cooperativa, sino también a la sociedad en su conjunto.
El capitalismo falló. Las ESS son la respuesta
No es exageración: el modelo capitalista ha fracasado en su promesa de bienestar. El 1% más rico del mundo se queda con más del 45% de la riqueza global. Las empresas extraen sin límite: agua, minerales, tiempo, emociones, datos. El trabajo se precariza: ya no es solo en fábricas, también en aplicaciones digitales, en redes sociales, en el cuidado invisible que hacen las mujeres. Este modelo extractivista no solo agota los recursos naturales del planeta, sino que también deshumaniza el trabajo, convirtiéndolo en una mercancía en lugar de una actividad digna y satisfactoria.
Frente a esto, las ESS no son un “plan B”. Son el plan A que nunca debió desaparecer. En América Latina, existen más de 400,000 ESS que dan empleo a más de 13 millones de personas. En México, el Registro Nacional de Sociedades Cooperativas reconoce más de 7,000 cooperativas activas —aunque se sabe que muchas más operan sin registro. Y hay cooperativas para toda necesidad básica: hay cooperativas de taxis, de energía solar, de limpieza, de arte, de software libre, de cuidado infantil, salud mental, etc.
Desafíos para un futuro cooperativo
1. El sistema no las apoya
Bancos, gobiernos y leyes favorecer a las empresas capitalistas, dejando a las cooperativas y a las ESS en una posición de desventaja. Es fundamental que se implementen políticas públicas más inclusivas que reconozcan y apoyen el papel vital que desempeñan estas entidades en la economía y en la sociedad. Solo a través de un enfoque más equitativo se podrá garantizar un desarrollo sostenible y justo para todos.
2. Se las asocia con el pasado o con la pobreza
“Eso es cosa de campesinos”, “así no se crece”, “es ineficiente”. Frases que repiten quienes no han vivido la resiliencia, la creatividad y la fuerza de lo común.
3. Riesgo de perder el rumbo
Algunas cooperativas, al expandirse, comienzan a reproducir jerarquías, a depender del mercado capitalista y a olvidar su misión social. Incluso, hay abogadas y contadoras que sugieren utilizar la figura legal de cooperativa exclusivamente para aprovechar los escasos beneficios fiscales que ofrece la ley, ignorando así los principios y valores fundamentales que justifican la existencia de las cooperativas.
No es el futuro. Es el presente que necesitamos
Las ESS y las OESS no son una utopía. Son experiencias reales, vivas, que ya existen en barrios, comunidades, ciudades y campos de todo el país. Son la prueba de que sí se puede trabajar sin jefas, decidir sin dueños, producir sin destruir.
En Munco, estamos convencidos de que el conocimiento generado por estas prácticas no debe permanecer encerrado en libros académicos, ni ser monopolizado por un grupo selecto de expertos que a menudo se distancian de la realidad cotidiana de las comunidades. Este conocimiento debe fluir libremente, utilizando un lenguaje accesible y comprensible, desde y hacia las personas que lo experimentan en su día a día. Al democratizar la información y el aprendizaje, se empodera a las comunidades para que puedan replicar y adaptar estas experiencias a sus propias realidades, fomentando así un cambio estructural en la forma en que entendemos y practicamos la economía.
Si realmente deseamos transformar la situación actual, debemos revisar y redefinir nuestra comprensión de la economía. Esto implica cuestionar los paradigmas tradicionales que han dominado durante tanto tiempo y explorar nuevas formas de organización que prioricen la equidad, la sostenibilidad y la cooperación. La economía no debe ser vista únicamente como un conjunto de cifras y transacciones, sino como un espacio donde se construyen relaciones humanas, se promueve la justicia social y se protege el medio ambiente. Solo a través de este cambio de perspectiva podremos avanzar hacia un modelo económico que realmente sirva a las necesidades de la sociedad en su conjunto, en lugar de perpetuar desigualdades y destrucción.




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