Entre la utopía y la realidad: dilemas del cooperativismo
- Munco

- 4 jun
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 23 sept

El cooperativismo enfrenta desafíos complejos, siendo tal vez el más grande el equilibrio entre ideales y sostenibilidad económica. Este dilema surge al intentar mantenerse fiel a los principios cooperativos —democracia, equidad, solidaridad— mientras se compite en un entorno económico globalizado, dominado por modelos capitalistas que priorizan la eficiencia, el crecimiento y la acumulación de riqueza.
Hace apenas un año, imaginamos juntas una utopía de trabajo digno, dedicado a satisfacer nuestras necesidades individuales y colectivas más inmediatas. Las palabras de Margaret Mead resuenan con fuerza:
"Un pequeño grupo de personas comprometidas y organizadas puede cambiar el mundo"
Nuestro sueño de un futuro mejor nos ha impulsado a desafiar un sistema que genera desigualdad y destruye nuestro planeta. Paso a paso, queremos demostrar que otras maneras son posibles.
Nuestra visión es clara: erradicar prácticas de explotación laboral y transformar industrias opulentas, contaminantes e injustas. Asumimos el compromiso de contribuir al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, una hoja de ruta global adoptada en 2015 para equilibrar el progreso económico, social y ambiental.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Para que este proyecto tenga éxito, debemos navegar los grandes dilemas del cooperativismo y de nuestra realidad contemporánea:
Dilema #1: Principios vs. Rentabilidad
En el corazón del cooperativismo rige el principio de que las personas valen más que las ganancias. Pero en un mundo donde la eficiencia y la rentabilidad marcan el ritmo del mercado, este principio se pone a prueba constantemente. Muchas empresas tradicionales logran mantener bajos costos mediante la externalización de procesos, la precarización laboral o la reducción de prestaciones sociales. Esto les permite ofrecer productos o servicios más baratos y competitivos. Para una cooperativa que busca distribuir la riqueza de manera equitativa entre sus miembros, esta realidad puede parecer injusta e incluso poner en riesgo su supervivencia económica.
El dilema surge entonces: ¿Cómo mantener prácticas éticas y justas sin sacrificar la viabilidad? ¿Cómo competir sin repetir las lógicas que queremos transformar?
La respuesta no es fácil, pero muchas cooperativas han encontrado caminos innovadores: desde modelos de consumo responsable hasta redes de apoyo mutuo que priorizan la sostenibilidad por encima del crecimiento acelerado.
Dilema #2: Valores vs. Competitividad
El cooperativismo se basa en valores como la solidaridad, la equidad y la democracia interna. Sin embargo, el mercado global exige adaptación rápida, eficiencia y resultados medibles, condiciones que muchas veces entran en tensión con esos ideales.
Cuando el entorno te empuja a ser “más rápido” y “más productivo”, surge la tentación de simplificar procesos, tomar decisiones de forma centralizada o incluso adoptar estructuras similares al capitalismo tradicional. Pero hacerlo implica correr el riesgo de perder la esencia misma de lo que significa ser una cooperativa.
Este conflicto no tiene una solución única. Más que elegir entre valores o competitividad, se trata de encontrar formas creativas de integrar ambas dimensiones. Tal vez no podamos cambiar todo el sistema de inmediato, pero sí podemos construir islas de resistencia y alternativas viables.
Dilema #3: Individualismo vs. Colectivismo
Una de las bases del cooperativismo es la toma de decisiones colectiva y el bien común por encima del interés individual. En cambio, el modelo económico dominante fomenta el éxito personal, la competencia y la acumulación individual de recursos.
Esta diferencia cultural genera fricciones reales dentro de las cooperativas. Algunas personas pueden sentirse frustradas si sus ideas no prevalecen, o si perciben que otros no aportan lo suficiente. Otras pueden cuestionar si el colectivo realmente representa sus intereses o si están sacrificando demasiado por el grupo.
Pero también es una oportunidad para reconstruir nuevas formas de entender la autonomía y la responsabilidad compartida. No se trata de anular al individuo, sino de aprender a actuar juntas sin perder la identidad propia.
Dilema #4: Pequeña escala vs. Gran escala
Las cooperativas suelen funcionar muy bien en grupos pequeños, donde todas las voces pueden escucharse y participar activamente en la toma de decisiones. Pero al crecer, aparecen desafíos como la burocratización, la fragmentación de equipos o la pérdida de cercanía.
Muchas cooperativas exitosas operan a nivel comunitario o regional, pero cuando intentan expandirse, enfrentan tensiones sobre cómo mantener sus principios democráticos sin caer en estructuras rígidas o distantes.
¿Es posible crecer sin perder lo que nos define? Muchas experiencias indican que sí, aunque requiere herramientas de coordinación, comunicación constante y una cultura organizacional sólida.
Dilema #5: Democracia vs. Agilidad
La toma de decisiones democrática es uno de los pilares del cooperativismo. Pero también puede ser lenta, especialmente cuando hay muchos puntos de vista o cuando se necesita actuar rápidamente ante cambios externos.
En mercados dinámicos o contextos de crisis, la agilidad suele verse como una ventaja competitiva. Las empresas tradicionales con estructuras jerárquicas pueden responder con mayor rapidez, mientras que las cooperativas necesitan tiempo para consensuar.
El reto, entonces, no es abandonar la democracia, sino encontrar formas de hacerla más ágil. Esto incluye métodos como la delegación temporal de funciones, la toma de decisiones por bloques temáticos o el uso de herramientas digitales colaborativas que faciliten el proceso.
Dilema #6: Profesionalización vs. Participación
Para crecer y competir en mercados globales, muchas cooperativas necesitan incorporar profesionales especializados en áreas como finanzas, tecnología o marketing. El problema surge cuando estas personas no comparten los mismos valores cooperativos que quienes iniciaron el proyecto.
Esto puede generar conflictos entre quienes tienen experiencia técnica y quienes defienden una visión más política y social del trabajo colectivo. Un ejemplo conocido es el caso de algunas grandes cooperativas que han tenido que contratar gerentes externos, lo cual ha generado debates sobre quién controla realmente la organización (véase el caso de Cooperativa Cruz Azul).
El equilibrio pasa por formar a los nuevos colaboradores en los valores de la cooperativa, crear espacios de diálogo constante y garantizar que la participación de las miembros siga siendo el motor principal del proyecto.
Dilema #7: Actúa local vs. global
Las cooperativas suelen tener raíces fuertes en comunidades locales, lo que las conecta con necesidades reales y fomenta relaciones cercanas. Pero también enfrentan presiones externas como la competencia de grandes corporaciones multinacionales, la globalización y las fluctuaciones económicas.
Algunas cooperativas optan por ampliar su alcance comercial adoptando prácticas más cercanas al capitalismo, lo que puede erosionar sus principios fundacionales. La pregunta clave es: ¿hasta qué punto podemos adaptarnos al mercado sin perder nuestra identidad?
Una salida posible es construir redes de cooperativas que trabajen en conjunto, fortaleciendo cadenas productivas locales y regionales, y usando la tecnología como herramienta de conexión y resistencia.
Dilema #8: Compromiso más allá del trabajo
El éxito de cualquier cooperativa depende de la participación activa de sus miembros. Pero mantener ese compromiso no siempre es fácil, especialmente en proyectos grandes o que llevan muchos años funcionando.
A medida que crecen, algunas personas pueden sentirse desconectadas de la toma de decisiones o menos responsables del rumbo general. Además, en un mundo marcado por el individualismo y la vida acelerada, resulta complejo dedicar tiempo y energía al trabajo colectivo.
Por eso, es fundamental invertir en educación cooperativa, espacios de encuentro y mecanismos que permitan que todas las voces sean escuchadas. No basta con tener buenas intenciones; hay que construir estructuras que incentiven y faciliten la participación real.
El cooperativismo no es un camino fácil. Requiere constancia, compromiso, paciencia y una profunda convicción en valores como la democracia, la equidad y la solidaridad. Pero tampoco es un camino imposible. De hecho, cada día más personas y comunidades lo recorren con valentía, enfrentando sus complejidades con creatividad y esperanza.
Los dilemas que hemos presentado no tienen soluciones únicas ni fórmulas mágicas. Más que respuestas cerradas, son invitaciones a seguir pensando, debatiendo y construyendo desde lo colectivo. Porque el cambio no viene solo de tener buenas intenciones, sino de actuar juntas, día a día, para transformar las estructuras que nos oprimen.
En MUNCO, te invitamos a aportar ideas a este blog colectivo y formar del deseo compartido de construir un mundo-otro. Un proyecto que no se limita a una sola persona, sino que vive en cada una de nosotras. Con la fuerza de nuestra experiencia y la promesa de nuestro futuro, estamos llamadas a transformar nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
Creemos firmemente que esta meta es alcanzable.
Solo se necesita que todas trabajemos juntas.




Comentarios