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¿Cómo diseñamos y construimos en Munco Arquitectura?

  • Foto del escritor: Munco
    Munco
  • 22 sept
  • 11 Min. de lectura
Isométrico arquitectónico en blanco y negro de varios edificios altos en Madrid. Fondo de líneas de contorno.

Hoy, las ciudades se diseñan principalmente con el propósito de vender, de facilitar la circulación de automóviles y de acumular capital de manera acelerada y a menudo desmedida. Las dinámicas de planificación urbana actuales tienden a favorecer el crecimiento descontrolado, donde cada nuevo “desarrollo”, “complejo” o “corredor urbano” se erige siguiendo un guion repetitivo y predecible que no responde a las necesidades reales de sus habitantes.


En este contexto, el patrón se repite: asfalto se coloca sobre tierra fértil, torres de concreto se levantan sobre barrios que han sido despojados de su identidad y su historia, y la exclusión se convierte en la norma, dejando a comunidades enteras marginadas y sin acceso a recursos y oportunidades. Este ciclo interminable de construcción y destrucción no solo afecta a las personas, sino que también impacta gravemente a los ecosistemas locales, que sufren las consecuencias de una urbanización desenfrenada y poco reflexiva.


Es momento de romper con este modelo insostenible y nocivo. El futuro de la arquitectura y del urbanismo no reside en los master plans que ignoran el contexto humano, ni en los rascacielos que desafían las leyes de la naturaleza, ni en la dependencia excesiva de los automóviles que promueven un estilo de vida individualista y aislado. En cambio, el futuro debe centrarse en las personas, en las diversas especies que cohabitan estos espacios, en los ecosistemas que deben ser protegidos y restaurados, y en los saberes ancestrales y contemporáneos que ya habitan los territorios. Es fundamental reconocer y valorar la riqueza cultural y natural que cada lugar posee, y trabajar en colaboración con las comunidades para desarrollar soluciones que sean verdaderamente inclusivas y sostenibles.


Este artículo no solo es una crítica directa a las prácticas urbanas dominantes, que han llevado a la crisis ambiental y social que enfrentamos, sino que también es una propuesta concreta de cómo podemos hacer las cosas de manera diferente. Se trata de un llamado a la acción para replantear nuestras prioridades en la planificación urbana, para diseñar ciudades que fomenten la convivencia, el respeto por el medio ambiente y la equidad social. Solo así podremos construir un futuro en el que todos los habitantes, tanto humanos como no humanos, puedan prosperar en un entorno armonioso y equilibrado.



  1. Sin master plan: diseño horizontal, sin jerarquías e incluyente


    Los grandes planes maestros, a menudo presentados como soluciones definitivas para el desarrollo urbano, prometen orden, modernidad y progreso en la construcción de nuestras ciudades. Sin embargo, en la práctica, estos planes suelen imponer una visión individual, que proviene desde arriba, ignorando las voces y necesidades de aquellos que realmente habitan o habitarán los espacios en cuestión. Esta desconexión entre los diseñadores y los ciudadanos resulta en proyectos que no reflejan la realidad ni las aspiraciones de la comunidad.


    Es fundamental reconocer que un solo equipo de “expertos” no debe tener la potestad de decidir el destino de cientos o miles de personas. La planificación urbana debe ser un proceso inclusivo en el que las comunidades sean consultadas y se les brinde un papel activo en la creación de su entorno. No se trata de un mero trámite administrativo, sino de un verdadero ejercicio de coautoría, donde las voces locales aportan su conocimiento y experiencia. Los procesos comunitarios existentes, que reflejan la cultura y la historia de las personas que los habitan, deben ser respetados, valorados y, en la medida de lo posible, impulsados por los diseños urbanos y arquitectónicos. Es imperativo que dejemos atrás la práctica de diseñar territorios y espacios de manera colonizadora, donde las decisiones se toman sin considerar el contexto social y cultural.


    En Munco Arquitectura, adoptamos una postura crítica hacia el concepto tradicional de master plan. Rechazamos la idea de un diseño estático y predefinido que no se adapta a las dinámicas cambiantes de la vida urbana. En su lugar, preferimos el concepto de "mapa vivo": un proceso abierto y horizontal donde la ciudad se dibuja colectivamente entre todas las personas que la habitan. Este enfoque permite que la evolución de la ciudad sea un reflejo de las interacciones cotidianas, donde cada error, ajuste y diálogo constante contribuyen a la construcción de un espacio urbano más justo, equitativo y representativo. La ciudad se convierte así en un organismo vivo, en constante transformación, donde cada individuo tiene la oportunidad de dejar su huella y contribuir al bienestar colectivo.



  2. Eliminar el autocentrismo: dejar de asfaltar la vida para que el auto ya no reine


    Las ciudades contemporáneas, en su mayoría, no están diseñadas con un enfoque centrado en las personas. En cambio, han sido moldeadas y construidas para priorizar el uso del automóvil, siguiendo un modelo que se originó en los Estados Unidos y que ha tenido repercusiones significativas en la forma en que vivimos y nos movemos. Este enfoque urbano tiene consecuencias profundas y duraderas que afectan la calidad de vida de todas sus habitantes.


    Cada kilómetro de asfalto que se extiende por nuestras ciudades no solo separa comunidades y vecindades, sino que también contribuye al aumento del fenómeno conocido como efecto invernadero. Este efecto, a su vez, deteriora la calidad del aire y afecta la salud pública. La expansión de las áreas pavimentadas destruye suelos fértiles, que son vitales para la agricultura y el mantenimiento de ecosistemas saludables. La dependencia del vehículo privado se convierte en una norma, lo que margina a aquellos que no tienen acceso a un automóvil, creando una brecha de movilidad que perpetúa desigualdades sociales y económicas.


    Este modelo, que ha sido impuesto por los intereses de la industria automotriz estadounidense, ha sido copiado ciegamente en México y en gran parte de América Latina. A pesar de que existe un creciente consenso sobre la insostenibilidad de este enfoque, el mismo sigue expandiéndose. Es evidente que no es un modelo sostenible, ni justo, ni humano, ya que ignora las necesidades de la mayoría de los ciudadanos y prioriza el tráfico vehicular por encima del bienestar colectivo.


    Por ello, en Munco Arquitectura diseñamos y construimos ciudades que sean peatonales, lentas y permeables, donde el transporte público, la bicicleta y la caminata ocupen un lugar central. En este tipo de ciudades, el espacio público no debe ser simplemente un medio para llegar a un destino en automóvil, sino que debe ser concebido como un lugar donde las personas puedan detenerse, interactuar y disfrutar de su entorno. Imaginamos un futuro en el que las calles no sean solo vías de paso, sino espacios vibrantes que fomenten la convivencia, la cultura y el bienestar de todos los ciudadanos. Es imperativo que reimaginemos nuestras ciudades, priorizando la movilidad sostenible y el acceso equitativo, para construir un entorno urbano más humano y habitable para todos.



  3. Des-mercantilización de la ciudad: el territorio como un derecho


    Las ciudades, en su esencia, deberían ser espacios donde se ejerzan derechos colectivos, pero en la actualidad, se gestionan como productos que se compran y se venden. Este enfoque mercantilista transforma la noción de pertenencia y acceso, haciendo que quienes no pueden afrontar los costos asociados a vivir en determinadas áreas sean excluidas. La realidad es que, en muchas ocasiones, la capacidad de pagar se convierte en un filtro que determina quién tiene derecho a habitar y disfrutar de la ciudad. Las desarrolladoras inmobiliarias, en su afán por maximizar ganancias, promueven “estilos de vida” a través de campañas publicitarias atractivas, mientras desplazan a familias enteras que han llamado hogar a esos lugares durante generaciones. Este desplazamiento no solo implica la pérdida de un espacio físico, sino también la ruptura de lazos comunitarios y la desintegración de la historia local.


    La privatización de espacios públicos se ha convertido en un fenómeno alarmante. Los parques, que deberían ser lugares de encuentro y recreación, están siendo transformados en centros comerciales, mientras que las áreas verdes son sacrificadas para construir estacionamientos que solo benefician a unos pocos. La salud, la recreación, la sombra y el aire limpio, bienes que deberían ser accesibles a todas, se convierten en mercancías que se compran al precio de la exclusión. Las personas no solo pierden sus casas; pierden su territorio, su memoria, su identidad y, en última instancia, su dignidad. Este proceso de mercantilización deshumaniza a las ciudades, convirtiéndolas en espacios fríos y despersonalizados donde el capital prevalece sobre las necesidades humanas.


    En Munco Arquitectura, defendemos con firmeza el derecho a la ciudad como un bien común que debe ser protegido y promovido. Creemos que no puede haber desarrollo urbano legítimo si este no garantiza condiciones de vida dignas, acceso equitativo a servicios básicos, espacios naturales y autonomía para todas las personas que habitan en la ciudad. La planificación urbana debe ser inclusiva, priorizando el bienestar de la comunidad sobre los intereses económicos de unos pocos. Solo así podremos construir ciudades que realmente reflejen el valor de la vida en comunidad y el respeto por el entorno que habitamos.



  4. Separación del Estado y desarrolladoras


    Las dependencias encargadas de organizar el territorio, como las secretarías de desarrollo urbano, a menudo fallan en su deber fundamental de proteger a las comunidades locales. En lugar de actuar como defensores de los intereses públicos, colaboran con empresas privadas para legalizar proyectos de desarrollo que, en muchas ocasiones, solo benefician a un pequeño grupo de personas, dejando de lado las necesidades y derechos de la mayoría.


    En este contexto, se observa una tendencia alarmante a la hora de otorgar permisos de construcción. Se otorgan permisos rápidos para la edificación de torres de lujo que, aunque pueden enriquecer a sus promotores, no responden a la urgente necesidad de vivienda asequible en las ciudades. Además, hay un preocupante desvío de recursos que deberían estar destinados a la construcción de vivienda social, lo que perpetúa el ciclo de exclusión y desigualdad. La represión de movimientos territoriales que buscan defender el derecho a la ciudad y el acceso a un entorno urbano digno es otra manifestación de este pacto tácito entre el poder político y el capital inmobiliario. Las decisiones se toman sin considerar los estudios de impacto real, lo que genera un ambiente de desconfianza y frustración entre los habitantes que ven cómo sus espacios vitales son transformados sin su consentimiento.


    Este pacto silencioso, que está arraigado en muchas ciudades, se erige como uno de los mayores obstáculos para la construcción de una ciudad justa, donde todas los ciudadanas tengan voz y voto en los procesos de toma de decisiones que afectan sus vidas. Por lo tanto, es fundamental que se promueva un cambio hacia la transparencia en la gestión del territorio, donde la participación real y efectiva de la comunidad sea un pilar central. Proponemos que la toma de decisiones se realice en asambleas abiertas, donde cada persona tenga la oportunidad de expresar sus inquietudes y propuestas. La premisa de "nada sobre nosotras sin nosotras" debe ser la guía que impulse la creación de políticas urbanas que realmente reflejen las necesidades y aspiraciones de la población, garantizando así el derecho a una ciudad inclusiva y equitativa para todos.



  5. Armonía con otras especies: la ciudad debe dejar de ser territorio de exterminio


    Las ciudades se conciben solo para humanos, pero es fundamental reconocer que en ellas también habitan y habitarán diversas formas de vida, incluyendo aves, insectos, plantas, roedores, reptiles, hongos y muchas otras especies que desempeñan roles cruciales en los ecosistemas urbanos. Sin embargo, el modelo urbano actual, en su afán por crear espacios “limpios” y ordenados, tiende a tratar a estas especies como meras plagas que deben ser eliminadas o controladas. Este enfoque se traduce en la tala indiscriminada de árboles que, según algunas, “ensucian” las calles, la limpieza de tejados para erradicar nidos de aves, la instalación de redes para impedir el vuelo de palomas y la canalización de ríos, que se convierten en tuberías ocultas bajo el asfalto, así como la cobertura de suelos con cemento y otros materiales que sellan la tierra, impidiendo la vida que debería prosperar en ella. Mientras tanto, se erigen espectaculares publicitarios, se despliegan telarañas de cableado, se instalan postes, cámaras de vigilancia y sensores, creando una infraestructura densa que, en lugar de favorecer la vida, se orienta hacia el control y el consumo, despojando a las ciudades de su naturaleza.


    En Munco Arquitectura, creemos firmemente que la biodiversidad no interrumpe la vida urbana; más bien, es parte esencial de ella. La coexistencia con la naturaleza no solo es posible, sino que es necesaria para el bienestar de todos los habitantes de la ciudad, incluidos los humanos. Por eso, en nuestros proyectos, diseñamos techos verdes y muros vivos que no solo embellecen el entorno, sino que también proporcionan hábitats para diversas especies. Implementamos corredores para fauna que permiten a los animales desplazarse de manera segura y eficiente a través de la ciudad, así como la plantación de árboles en las calles, que no solo ofrecen sombra y belleza, sino que también mejoran la calidad del aire y fomentan la biodiversidad.


    Además, trabajamos en la recuperación de ríos descubiertos y humedales restaurados, que no solo actúan como espacios recreativos para los ciudadanos, sino que también son vitales para la salud de los ecosistemas locales. Una ciudad no debe ganarle a la naturaleza; debe aprender a convivir con ella, integrando la vida silvestre en su diseño y funcionamiento, creando así un entorno donde todos los seres vivos puedan prosperar en armonía.



Diseñamos y construimos en Munco


La arquitectura que construimos en Munco no se define por la altura de sus edificaciones, la velocidad de su construcción o el costo de sus materiales. En cambio, se orienta hacia un enfoque consciente y equitativo. En Munco Arquitectura, creemos firmemente en la importancia de construir de manera que se respete el entorno y las comunidades. Por ello, trabajamos con:


  • Procesos horizontales: promovemos un modelo de trabajo sin jerarquías rígidas, donde no existen jefes ni expertas únicas. Cada miembro del equipo aporta su perspectiva y habilidades, fomentando un ambiente colaborativo que enriquece el proceso creativo y constructivo. Esta estructura permite que todas las voces sean escuchadas y valoradas, lo que resulta en soluciones más integrales y adaptadas a las necesidades de la comunidad.


  • Materiales recuperados y locales: utilizamos recursos como madera de demolición, adobe, bambú y tierra, priorizando la sostenibilidad y la economía circular. Estos materiales no solo tienen un menor impacto ambiental, sino que también cuentan con una historia y un carácter que los hacen únicos. Al emplear estos recursos, contribuimos a la reducción de residuos y apoyamos la economía local, fomentando un sentido de pertenencia y conexión con el lugar.


  • Construcción participativa: involucramos a las vecinas en el proceso de diseño y construcción, permitiendo que sean ellos quienes decidan, aprendan y construyan. Este enfoque no solo empodera a la comunidad, sino que también asegura que las edificaciones respondan a sus verdaderas necesidades y aspiraciones. La participación activa transforma la construcción en un acto colectivo y significativo, donde cada persona tiene un papel fundamental.


  • Inclusión de todas las especie: nuestros diseños consideran a todas las formas de vida, buscando crear espacios que no solo sean habitables para los seres humanos, sino que también respeten y favorezcan la biodiversidad. Esto implica integrar elementos que atraigan y protejan a la fauna local, así como crear entornos que fomenten la coexistencia armónica entre las personas y la naturaleza.


  • Autonomía energética e hídrica: implementamos soluciones como techos solares, sistemas de captación de agua de lluvia y baños secos, que permiten a las construcciones ser autosuficientes desde el punto de vista energético y de recursos hídricos. Esta autonomía no solo reduce la dependencia de infraestructuras externas, sino que también promueve un estilo de vida más sostenible y consciente del impacto ambiental.


No nos limitamos a construir edificios; más bien, nos dedicamos a crear territorios vivos, donde las personas, la naturaleza y la cultura se entrelazan en un todo dinámico y vibrante. Cada proyecto es una oportunidad para revitalizar el espacio y fomentar un sentido de comunidad y pertenencia.


No es necesario esperar a que el Estado implemente cambios significativos o a que las corporaciones desarrollen una conciencia social genuina. La transformación ya está en marcha, y se lleva a cabo con nuestras propias manos y desde lo común, desde la base, donde las acciones individuales se convierten en un cambio colectivo.


Si tú también sueñas con una ciudad que no explote sus recursos, que no segregue a sus habitantes, y que no mutile otras especies en su desarrollo, si crees que la arquitectura debe servir a la vida y no al mercado, te invitamos a unir fuerzas. Trabajemos juntas para construir un futuro donde la arquitectura sea un vehículo de justicia social y ambiental.

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