Cuento: El Cardumen

Inspirado en el cuento Nadarín de Leo Lionni:

Había una vez, en el mar del sur, pequeños peces que nadaban solos, cada uno por su lado, buscando comida entre las algas.

Cada mañana, un gran barco venía del norte.

Cargado de grandes redes que bajaban al agua y llenaban de peces pequeños.

Los peces no entendían por qué se los llevaban.

Solo sabían que, si eran capturados, nunca volvían.

Los que se quedaban, seguían nadando solos.

Uno aquí, otro allá.

Cada quien por su cuenta.

Y el barco seguía viniendo.

Hasta que un día, una tortuga pasó por ahí y dijo:

—¿Por qué siguen dejándose llevar?

¿No ven que mientras más dispersos estén, más fácil es atraparlos?

Los peces se miraron entre sí.

Nunca se habían mirado antes.

—Pero… ¿qué podemos hacer? —preguntó uno.

—Somos pequeños.

No tenemos dientes grandes, ni caparazón duro.

La tortuga sonrió.

—No necesitan ser grandes.

Solo necesitan estar juntos.

Entonces, los peces intentaron nadar cerca.

Al principio, chocaban.

Se asustaban.

Pero poco a poco, aprendieron a moverse como una sola nube, el cardumen.

Y cuando el barco volvió, en vez de ver peces, vio un gran cuerpo, enorme, que se movía y cambiaba de forma, imposible de atrapar.

Las redes cayeron… pero el cardumen era muy ágil.

Y ninguna red podía capturarlo.

El barco se fue.

Y no volvió.

Desde entonces, los peces no nadan solos.

Nadan juntos.

Y lo que encuentran —algas frescas, refugio en los corales, protección del sol— lo comparten.

Ya no hay barcos que se aprovechen de ellos.

Porque ahora ellos saben organizarse.

Se quedan.

Se cuidan.

Se quieren.

Y en el mar del sur, dicen que donde pasa el cardumen, el agua se vuelve más clara, el coral crece más fuerte, y el mar vuelve a albergar vida.